8 de agosto de 2006

Cómo agua en el desierto fue tu llegada,
fortificadora como la lluvia en los campos,
fuiste el sol después de la tempestad.
A Dios alcé mi pregunta cuando te vi aparecer,
si eras la respuesta a tanto llanto dentro de mi ser,
si luego de tanta pena sentida llegaste tu para hacerme renacer.
Me siento tranquila, llena de quietud,
quizás asimilando todo lo que aconteció.
Te agradezco que a pesar de tantas cosas te hayas quedado junto a mi
que me siguieras apoyando.
Pero tengo temor de hacerte sufrir, que pierdas tu vida esperando por mi...
pero necesito este tiempo, necesito estar acompañada de mi misma,
aprender a entenderme a valorarme y a definir y luego firmar
quien continuaré siendo hasta el final.
Sin embargo que yo quiera estar sola no significa que te desterraré de mi camino,
al contrario quisiera que estés presente como la verdad, eso quisiera,
pero tu también tienes decisión.
Jamás quiero que vuelva a ocurrir una separación
no me gustaría que cada uno partiera por su lado olvidándonos
y engañando la razón.
El encuentro marco la línea de nuestro tiempo conociéndonos
y esto nunca saldrá de tu corazón.
Bruja ni hechicera soy, pero una vez viendo la iris de mis ojos
quedará un sello marcado por siempre en tu corazón.