10 de mayo de 2008

Prófugos y Cómplices

Bajo la penumbra de la fría noche, los palillos del reloj daban la hora del reencuentro.
Él, en su coche esperando por mi, mientras cubierta de un blanco abrigo, yo llegaba a la hora acordada. Al vernos, no fueron necesarias las palabras, bastó una mirada y un suave beso...
Tomamos nuestras manos y juntos nos integramos en un viaje que nos conducía al lugar de nuestros recuerdos. Mientras íbamos, las risas, las miradas comenzaron a revivir aquellas vivencias de nuestro amor.
Se comenzó a reflejar en el lago la luna, ya habíamos llegado...todo seguía igual que antes, la cabaña intacta estaba, al parecer estuvo esperando que volviéramos...
Al calor de la salamandra me senté, junto con los brazos de él, que cubrían mi espalda, junto con
sus cariños que consentían mis emociones, dando alegría a mi corazón... que bello momento...
Sus manos tibias que jugaban en mis cabellos, sus manos fuertes cubrían mi silueta, sus besos emanciparon mi amor, su cuerpo, su aroma se involucraron con el mío, nuestras lágrimas de emoción humedecían nuestros mejillas, nuestras miradas cubiertas de paz, nuestras sonrisas contagiadas de nerviosismo,
nuestros corazones juntos, lejos de todos, lejos de todo...
Dimos vida a nuestro amor.