11 de agosto de 2006

Estos días lluviosos, miranda en la radio, el viento helado golpeando los árboles me recuerdan a ti.
A ti que ahora vives debajo de manto verde que deambulas en el aire tras esa pared.
Jamás podrá repetirse aquella historia, toda una atmósfera de encantos, intenté reemplazarte, pero nunca pude hallar a alguien que calzara en tu lugar.
A pesar de si no te hubiera conocido que sería de mi, pero la vida quiso que nos juntaramos,
aunque luego nos separó bruscamente con mundos inalcansables de llegar.
Gracias por dejarme caminar cuando quedé ciega, por el refugio cuando quedé a la intenperie, por comprender esos dibujos que afanosa hacia sin entender, por estar a mi lado en cada viaje que hice,
por ser el primer sueño, por enseñarme aventuras, por darme a conocer bellos paisajes,
por aquella tarde en el mall en que nos quedamos tirados en el sillón al lado del ventanal, por dejarme ser niña en el parque, por guiarme a abrir esa puerta que daba a una vida feliz, gracias por ser mi partner, por soportar horas, madrugadas al teléfono.
Por qué la vida nos separó? Luego de tanto llanto por tu eterna ausencia, limpié el escritorio, pegué fotos nuestras y todo lo triste lo dejé fuera. Y hoy al recordarte, me doy una dosis de recuerdos que calman mi ansiedad y el vacio de mi vida.

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